July 12, 2011

El (tortuoso) placer de vestir.



Desde el barroco arte de la corsetería, el progresismo del New Look en la posguerra, hasta la irreverencia de McQueen y Gaultier; la moda ha fluctuado, entre someterse hasta desmoronarse en sumisión y ceder ante los placeres ocultos en medio del affair donde convergen lo estético, lo fetichista y lo tortuoso a través de  siluetas que se alteran  contractadas y en equilibrio; es entonces cuando las ideas y pensamientos se incorporan al infinito juego de roles de dominio y sumisión, para convertirse en una contundente inspiración que ha alimentado las fantasías de diseñadores, haciendo que a partir de las mas oscuras perversiones conjugadas con cuero, látex, encajes y cadenas, surjan creaciones brillantes y listas para vestir.

Parece imposible que un predicador como Dwight Lyman Moody alguna vez haya dicho: “El carácter es lo que somos en la oscuridad”; y es que una vez que se cierran las puertas y que empieza el juego, donde se desviste el disfrute corporal hasta desnudar filosofías de vida, que entre elogios y repulsas merodea en los umbrales de lo contestatario y de lo cruelmente sincero. En la actualidad intoxicados por aires de liberalismo lo que era considerado interior cada vez esta mas a la vista, y lo que era íntimamente secreto pues cada vez es mas notorio ante el publico; quizás como parte de una renovación de la conciencia tras unas vacaciones de “120 dias en Sodoma” (1785, Marqués de Sade), o como parte de una nueva etapa del renacimiento moral. Solo queda por responder: ¿Hasta qué punto es posible reflejar en el vestir lo que se es auténticamente en la intimidad?.


Dare yourself to try, keeping it marvelous,
-E