April 27, 2011

Del STUDIO 54 a las discoballs urbanas.

Los excesos en el mundo, se remontan a los orígenes de la vida misma; Sodoma y Gomorra, Babilonia, Roma y Versalles solo serian ejemplos de sus más destacadas embajadas, y es que esas exuberancias van estrechamente ligadas al poder social, sin embargo en la segunda mitad de los 70’s las páginas de la historia de los excesos serian llenadas con la aparición del Studio54,  un local nocturno que se convertiría en el templo donde todos sus más exquisitos fieles ansiosos de una plétora de moral distraída maquillada de libertad,  serían recibidos en un ambiente de disco music y con iconos hechos de espejo como únicos testigos de lo que ahí ocurría. Los placeres eran liberados como una represa al abrir sus exclusas, las sustancias que fluían como ríos y las hormonas que flotaban en el ambiente eran solo catalizadores de lo que noche a noche y durante años sucedió dentro de ese lugar que congregaba a la elite del momento y que con el paso del tiempo redefiniria el concepto del discotheque y se convertiría en el emblema de una época y de una movida cultural.

Hasta ese momento, la sociedad hacia sus festines hedónicos tras puertas cerradas, pero era cuestión de tiempo para que en los países más sofisticados esas puertas se abrieran igual que las mentalidades de quienes integraban esas sociedades. Esa misma apertura también liberaron como globos al viento a los disco balls, y estos adoptaron proporciones monumentales y empiezan a invadir las ciudades, donde sin pretenciones elitistas duplican sus imágenes y se convierten en silentes espectadores de sus realidades bajo la luz del sol; en algunos casos deformándolas y en otros abstrayéndolas, pero siempre conservando sus colores e impactando de manera positiva los paisajes urbanos donde se disponen a descansar.

Estos colosos Freak (Chic, 1978) metálicos, brillantes, con esa carga disco y sinuosas formas se convierten en statements dentro de los paisajes de las ciudades, humanizándolas y contagiándolas con ese charm que solo parece escapado de las lentejuelas que alguna vez bailaron el dancefloor del Studio hace treinta y cuatro años atrás, y como esta celebre discotheque, se vuelven hitos del brillo y resplandecientes referencias de las urbes donde habitan.


 Keep it exuberantly marvelous,
-E
 




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